Encuentro en Lothal - 2 años atrás

La tarde se apoderaba lentamente del planeta Lothal. En el horizonte podía observarse con precisión como el par de lunas que orbitaban a su alrededor intentaban emerger para dar paso a la noche del lugar.
Ciudad capital era el centro de la vida en aquel lugar, cualquier intercambio (fuese legal o ilegal) que desearas hacer se llevaba acabo por las calles de aquella metrópolis; si bien la población surgía de un negruzco luto que se expandió por cada individuo del reino el ambiente se había reanimado gracias a la pronta ascensión del príncipe Syru como supremo mandatario de Lothal, con la promesa de que en estos tiempos de épicas guerras la hambruna y desolación de la amplia gama de pobladores descendiera a sus niveles más bajos. A tres años de su elección, había mantenido en bajo perfil las pérdidas de su planeta, pues sabía que a pesar de ello, la rica agricultura que mantenía como un planeta auto-suficiente a Lothal no duraría para siempre y la promesa que había mantenido tranquilo el status pronto se rompería sino actuaba rápido.

Aquella tarde, el Rey Syru citó con urgencia a su consejo real, esperando que tuviesen opciones pues la situación de los damnificados por la guerra iba cada vez más en aumento. Se dirigió con firmeza a través de su palacio hacia la sala donde había citado a cada uno de sus concejales, incluyendo a su hijo y predecesor Orem y a su hija menor, que ahora era concejal en su mesa real Dara.

— Necesitamos organizar con rapidez un plan que nos ayude a mejorar la calidad de vida de nuestros Lothalianos.— Dijo a la brevedad el rey mientras se adentraba a la sala dirigiendo con dureza el rostro de algunos presentes, que incluían desde seres humanos como él hasta Ithorianos y Rodianos. Arrancó de su garganta un ronco carraspeo mientras tomaba asiento a la cabeza de la mesa. — He tenido algunas ideas, pero los escasos recursos que tenemos ahora me mantienen atado de manos, la corrupción ha logrado desvanecer por completo cualquier cosa que pueda ayudarnos.— Se detuvo un instante para mirar con inquietud la tranquilidad con la que su consejo le observaba, a excepción de un par de miradas muy conocidas que le transmitían preocupación. —A pesar de ello he pensado en enviar brigadas con guardias reales y droides que les brinden atención médica y recursos como alimentos e higiene, proporcionando cada uno de nosotros alguna aportación sea en tipo o económica, aunque tengan por seguro que yo correré con la mayor parte de la responsabilidad y gastos.— El ambiente cambió completamente a uno tenso y con desaprobación, pues sus concejales comenzaban a musitar y el ruido se apoderaba del lugar. —Sin embargo los he citado aquí por que son parte viva de este sistema y deseo conocer sus opiniones al respecto.— Al terminar ésta frase, un bullicio retumbó por las 4 paredes de aquella habitación, los inconformes comenzaron a lanzar argumentos al aire mientras la desaprobación emanaba por sus bocas.

—¿¡De qué habla!? ¿Se ha vuelto loco?.—
— No pienso dar nada hasta que se demuestre que en realidad están desolados.—  
—Nosotros somos fuertes, sobreviviremos.—

Después de aquel último comentario la mesa resonó en un fuerte estallido, proveniente de una espesa mano que se había estrellado contra el material. Aquella mano era del príncipe Orem. —¿Nosotros?.— Exclamó con disgusto mientras dirigía la mirada a cada uno de los que habían dado a conocer su pensar. — Lothal está sufriendo con la guerra, mientras ustedes están cómodos en sus camas pensando en como rechazaran la comida de mañana cuando alguien ruega por migajas, ustedes no son fuertes... ¡Son unos inútiles, unos zanga..!

—¡Orem!.— Una voz femenina, proveniente del fondo de todo el bullicio habló claro, lo suficiente para ser escuchada y lo mínimo para no parecer que gritaba. Se trataba de la hija menor del rey, que había permanecido en silencio escuchando cada una de las palabras que habían sido dichas. Con delicadeza se levantó de su asiento y se dirigió hacia el rey y sus contiguos. — Lothal es un planeta, está compuesto por vida, vida que mi padre y este consejo juró resguardar con una promesa de paz y prosperidad para todos. Se detuvo un instante para recuperar el aliento y tranquilizarse un poco más. — Personas que tienen una familia, hijos como Orem y yo que nacieron con el infortunio de sufrir aún más por la guerra que nosotros, que confían en que su gobierno cumplirá con el propósito de traerles un poco de brillo a sus vidas, que no merecen un trato así. Merecen algo mejor que sólo simples migajas. No son diferentes a nosotros, son los agricultores, compañeros y amigos que ayudan a nuestro sistema y a nuestra alma a maquinar como una sola.— Pensó en reprochar aún más a aquellos políticos ineptos que intentaban persuadir cualquier perdida monetaria o de valor, sin embargo, la impotencia de poder hacer algo se arrebató de ella por lo que con un semblante serio y casi seco se dirigió a su padre. — Si es necesario yo dirigiré a las brigadas de ayuda, padre.—
Antes de poder terminar siquiera el rey se negó, pues las malas habladurías de los lugares más oscuros y corrompidos de Lothal habían llevado a su cabeza a un mundo distinto. —Ni siquiera lo pienses, mandaremos droides y guardias, como quedó acordado.—
Dara miró a su padre y a su hermano con suplica y aún sin levantar su tono de voz continuó. —¿Cómo creerán en nosotros si no tomamos ésto enserio?, prometimos dar prosperidad, no me perderé del momento en que eso suceda.— Sentenció por fin, pero antes de cualquier otra réplica, un sólido —Yo me haré cargo de ella.— Salió de los labios de su hermano.

—Muy bien, entonces...— Se dirigió hacia la puerta mientras hacía una leve inclinación con la cabeza hacia los demás a manera de despedida. — Partiremos hoy por la tarde noche, preparen todo... Empezaremos por el lado norte de ciudad capital, he escuchado que los chatarreros han sido los más afectados por la mala negociación en la guerra... esperemos encontrar algunos ahí.— Sin más que decir abrió ambas puertas con una gran y maliciosa sonrisa de autosuficiencia en sus labios; no pudo evitar sentir la mirada acusatoria de su hermano sobre ella, pero ya estaba todo hecho, por lo que salió fugaz y precisa a alistarse y sobre todo, a cargar su blaster con ella.

Una hora antes de salir, el rey tenía una pequeña brigada de aproximadamente 50 soldados que asistirían con la enorme cantidad de suministros y ayuda personal de cada ciudadano.

Guerra, durante años había sido lo único que unía a los demás sistemas a través del manto de la pobreza, destrucción y la desolación afectando a los mas débiles e indefensos planetas que caían abatidos por la lucha sin fin desconociendo los orígenes y quienes controlaban el destino de la galaxia. La guerra si fin era quizás  por el poder y las malas acciones  de los lideres ocasionaba que el pueblo sufriera las consecuencias de sus actos, un ejemplo era el planeta rico en recursos en vuelto de este conflicto llamado Lothal.

En las lejanías de la hermosa ciudad de grandes rascacielos, se encontraba la zona abandonada inundada de peligrosos ganster y gente que vivía de los escombros y chatarra ¿Alguien se preocuparía de los abandonados de la sociedad tan rica de ese planeta? el vivir era difícil, si lo era antes de la guerra ¿Por que ahora no podía ser peor? la palabra quedaba pequeña por la realidad que se vivía.

Se trabajaba para comer el día, la gente vestía en harapos y se escondía cuando los nobles disponían a pisar por esos lares y peor era cuando esa zona solo se concentraba el contrabando, tanto para los soldados que protegían el régimen del planeta y aquellos que misteriosas fuerzas que deseaban esa localidad por misteriosas razones.

El sol golpeaba fuertemente, una trabajadora fuera de lugar que vestía en harapos ayudaba en el labor de una anciana que ya no podía seguir el ritmo, pequeños mechones se dejaban entre ver a través del pañuelo que cubría su rostro, su piel no estaba expuesta directamente hacia el sol pero podía notarse que humana no era o al menos rus rasgos eran tan humanos como uno de verdad.

Ya casi terminamos... y podremos adquirir nuestra ración de comida

Gracias...Mai

Respondió la anciana, Su nombre era Grammy, la cuidadora que una vez crió y educo a esa joven misteriosa de nombre Mai mientras escuchaba los agradecimientos de lo que fue la imagen mas cercana a una madre, La joven por debajo de dicha tela  sonreía, se sentía bien ayudando aquellos que no pueden defenderse,  se sentía bien con ella y el mundo ¿Era tan difícil acordarse de los mas necesitados? claramente no, por eso mismo ella había entrado al comercio del contrabando, solo así podría negociar buenas raciones de comida para aquellos que mas lo necesitaban.

Últimamente la entrada de armamento era mas de lo normal ¿Para quien seria esas toneladas?, ella lo desconocía.

El plazo se había cumplido, y la nave con suministros había partido con celeridad hacia el lado norte de Lothal. A pesar de que las lunas estaban apareciendo en el horizonte, todavía quedaban un par de rayos naranjas que les iluminaba el camino. Al ser cierto que nunca habían salido en una excursión de tal grado, la joven princesa y su hermano habían optado por un atuendo más militarizado y descuidado, para así evitar llamar la atención en lo que fuese necesario.
Escondió bien su arma bajo la gabardina que portaba y se sentó al lado de su hermano a esperar su llegada.

—Tú atenderás el lado noroeste y yo el noreste, si me necesitas ya sabes que hacer.— Dijo Orem con severidad mientras se acercaban más a su destino. Dara simplemente se limitó a sonreír mientras colocaba la capucha de su gabardina sobre su cabeza, cubriendo con sombras casi por completo su rostro. —Tranquilo hermanito, estoy casi segura de que no te necesitaré.— Sentenció por fin con autosuficiencia mientras su hermano le lanzaba una irónica sonrisa, la cual desapareció al aterrizar.
El llevaría la mitad del grupo y su hermana dirigiría la otra mitad; sabía que al norte se encontraban dos depósitos de racionamiento de alimentos, por lo que su hermano iría a una y ella a otra, que para su suerte se encontraba bastante cerca. Al bajar la nave no pudo evitar sentir miradas perplejas, no era un lugar muy concurrido y la atención no se dejó esperar. Haciendo caso omiso a ésto continuó su camino hacia el lugar; poco antes de llegar se posó contra los soldados que le seguían detrás de ella y habló con firmeza. — Hemos venido a ayudar, no a intimidar. Sean lo más amables que puedan con las personas, recuerden que cada persona debe recibir un paquete con suficiente alimento y utensilios para un mes ¿Oyeron? .— Preguntó un tanto molesta pues sabía que la corrupción había llegado no solo a ciudad capital sino también al palacio, y a veces por adueñarse de más los soldados abusaban de su poder. Sin más que decir continuó hacia la pequeña empresa que ya podía divisarse a lo lejos, mientras que alrededor emergían de las sombras, varias almas que deseaban cambiar su arduo trabajo por algún beneficio, o mejor aún, por alimento.